Las comparaciones son odiosas.
Sandra siempre se comparaba con todo. Era algo que hacía desde que era muy, muy pequeñita. Además, solía ser con gente que hacía las cosas mejor que ella, como tocar el piano, la guitarra, escribir poesía o cantar. Tendía a observarlo todo desde un punto de vista en el que se ven las cosas a ras del suelo. Que si esa chica era más guapa, más delgada o sacaba mejores notas. Ella no sabía pensar de otra forma. De hecho, no se por qué escribo en pasado, si Sandra probablemente esté donde esté seguirá haciéndolo.
Todos tenemos manías. Ella, había sido siempre una niña muy rara. Se pasaba el día dibujando y contando cosas. Lo numeraba todo. Cuántas ventanas tenía aquel edificio, cuántas rayas rojas tenía aquella portería de fútbol. Sus padres hablaron con los profesores e incluso hablaron el cambiarla de curso. Pero ella se sentía a gusto con sus amigos y amigas y no quería cambiarlo.
Las personas somos como somos, normalmente no nos gustan los cambios, así que a Sandra tampoco le gustaban.
Ahora mismo hablo de las comparaciones personales y acabaré mucho antes que si estuviera hablando de las comparaciones en general. Todos hemos oído alguna vez aquella frase de "No te dejes la comida, que en África hay niños que se mueren de hambre". En todas partes mueren niños por hambre. Niños, padres, madres, abuelos, abuelas... Gente que no tiene a nadie y que muere en la calle sin que nadie los recuerde. Y el mundo sigue girando,... ¿Cómo era esa palabra que significaba...? Ah sí, indiferente.
Pero en fin, no seguiré por ahí porque podría escribir toda la noche y mañana hay que madrugar, aunque no me vaya a ayudar nadie por hacerlo.
Continúo.
Sandra se veía cada día más perdida. Porque claro, tampoco sabía qué hacer con su vida. ¿Se suponía que aquello era vida? "No tenemos libertad. Si lo pensamos, nadie es libre. Nadie puede viajar de un país a otro como si nada, tiene que tener su pasaporte y su DNI. Es escalofriante, desde que nacemos incluso nos asignan un número. Y ale, a vivir cumpliendo con el sistema." Pensaba Sandra. "Ojalá yo hubiera nacido en otros tiempos y hubiera vivido aquella maravillosa época en la que los jóvenes todavía pensaban que podían cambiar el destino del mundo... Aunque fuera una utopía." Siempre le había gustado esa palabra... Utopía.
Después de reflexionar durante un rato y con un sueño ya profundo, se fue a dormir. Lo que ni siquiera sospechaba era que a la mañana siguiente, se iba a mirar al espejo y por muy horrible que estuviera se iba a gustar a sí misma. Tú eres quien tú quieras, Sandra. Y punto. Vive como quieras con lo que se te ha concedido. Tienes mucha suerte.
Tú eres, Sandra.
Espero que os haya gustado esta historia..
Juniper's Madness se despide.
Sí, me gusta tu historia.
ResponderEliminarSí, me gusta pensar que seguís creyendo que podéis cambiar el destino del mundo (aunque sea una utopía)