jueves, 20 de diciembre de 2012

Un día malo lo tiene cualquiera, que dicen.

Curiosa cómo cambia la vida. ¿Cómo contar la historia de todo un año? ¿Cómo expresar que has aprendido estos últimos meses más que nunca? Que has conocido personas nuevas, que has dejado de entender a las que creías conocer, que has pasado a querer a otra persona y aprendido a ser la cicatriz de otra, que te has alejado de tus amigos más cercanos o acercado a otros que valen la pena (o crees que valen la pena pero dejarán de hacerlo en algún momento porque ya no puedes estar segura de nada). Ya no puedes estar segura de nada. De absolutamente nada. De dónde vivirás, de qué harás o quiénes te acompañarán en el largo viaje que es la vida. Quién será tren y quién estación. Y te das cuenta de que excepto aquellos que siempre han estado ahí y una o dos personas más, vas a estar sola. Hasta el punto de no esforzarte por cultivar nuevas amistades porque has perdido casi todas las que habías tenido más de una década y creías que iban a ser para siempre. El mundo nunca fue como lo imaginaste. Darte cuenta de que puede que el "para siempre" sea una ilusión igual que ese mundo, por mucho que desees que exista y de que la verdad puede que no siempre lo sea. De que nada es lo que parece y el mundo cree lo que ve, sin pararse a observar. Crecer, como siempre, y que siga sin gustarte. Asustarte al creer que sientes las cosas mucho más fuertes que las personas que te rodean o saber que das demasiada importancia a las cosas más tontas. Ya no tienes ese piano cerca para poder olvidarte de las preocupaciones porque resulta que vas a tener que enfrentarte a ellas a partir de ahora. Que ser adulto signifique dar la cara por ti y por los que te quieren e intentar hacerlo lo mejor posible, que haya días en los que te esconderías bajo el edredón para simplemente dejar pasar las horas y que todo se solucione solo. Pero eso no va a pasar, tienes que tirar hacia adelante porque llegará un momento en el que aquellos que siempre han estado no estén y vas a tener que sacarte las castañas del fuego. Saber que no tienes problemas como podrían tener otros, ni siquiera problemas directamente. Pero aun así, las cosas te afectan. Que algunas personas se basen en enseñar sus cicatrices orgullosas de captar la atención mientras tu tratas de ocultarlas. Estar una noche cansada, habiendo tenido un mal día y escribir todo lo que te va viniendo a la cabeza y de forma totalmente inconexa. Puede que toda esta mala suerte haya ocurrido por algo. Qué curioso, justo hoy. Pero ya no es hoy. Ya es mañana. Y dicen que al día siguiente todo se ve diferente. Buenas noches.

martes, 22 de mayo de 2012

??

Hola, soy una pesada. A veces escribo para intentar plasmar lo que tengo en la cabeza y cuando lo vuelvo a leer intentar entenderlo. La mayoría de veces no lo consigo. Esto del principio lo estoy escribiendo en último lugar, así mientras lo relea podré poner paréntesis para ver si puedo responderme a mi misma.
Estoy en medio de la peor crisis de valores de toda mi existencia. ¿Qué mierda de país y de mundo es este? (Sí, tiendo a dramatizar). ¿Es posible desengañarse del mundo cada día más? (Está demostrado) ¿Es esto a lo que llaman "madurar"? 
Pues no me gusta. He crecido toda mi vida en una casa preciosa, yendo a un colegio privado, con amigos por los que lo daría todo, gente que me quiere. No puedo quejarme. ¿Cómo voy a hacerlo? Sí, sí, niños en África. He tenido la suerte de nacer aquí y tengo la cara de quejarme. Pues sí, me quejo. Y mucho. Creen que somos libres, quieren vivir aquí donde hay comida, agua, trabaj... jajajajaja, qué risa. Eso de momento. Estamos en medio de la tercera guerra mundial y nadie hace nada. El mejor programa de comedia de este país es Televisión Nacional. (Y mi mayor habilidad es no saber expresarme bien).
¿Sabéis? Se va a perder toda una generación de golpe. Dentro de muchos años, si todavía no nos hemos matado entre nosotros lo verán en las gráficas. Toda una generación de jóvenes brillantes, con títulos, esperanzas, desapareció. Yo no he crecido durante una guerra. No he vivido en años de grandes depresiones. Vivo donde me ha tocado vivir y se supone que he de dar lo que se espera de mi. Estudiar una carrera, casarme, tener hijos, trabajar, pudrirme. Moriré y el mundo, ese mundo que me ha tocado y en el que voy a vivir me olvidará como ha hecho con todos los que han pasado por él. (Y diréis: qué pesimista, con lo bonita que es la vida. Sí, depende de como se mire. A lo mejor mañana por la mañana doy saltos de alegría con una corona de flores en el pelo. Pero reflexionar nunca está de más).
Hoy en día si no tienes dinero no eres nadie. Hoy en día si no tienes un título no eres nadie. Hoy en día si no eres infeliz no eres nadie.
¿Qué es peor? ¿Ser rico haciendo algo que odias cada día de tu vida o hacer lo que quieres bajo un puente? ¿Hay acaso un término medio? ¿De verdad creen que con 18 años sabemos lo que queremos hacer el resto de nuestras vidas? (No sé qué zumo beber por las mañanas y voy a saber lo que quiero hacer a los cincuenta).
Así que en medio de ese cúmulo de ideas he decidido preguntar a mis padres. 
Dicen que algún día estaré viendo cómo mis hijos crecen y seré yo quien les dé consejos y les oriente. (Dios, no quiero tener hijos).
Probablemente dentro de un mes leeré esto y me avergonzaré de ello, como de la mitad de las cosas que escribo (sobre todo si estoy hormonando en plena regla).
¿Sabéis qué odio también? Que me digan lo que tengo que hacer. 
¿Y sabéis qué es lo mejor de todo? Que cuando puedo, nunca sé qué decidir. Yo misma soy la persona más indecisa que conozco. Y este texto merece que mantenga pulsada la tecla de borrar hasta arriba.
Pero no lo voy a hacer, porque aunque a mi no me haya hecho mucho a lo mejor a alguien le sirve de algo. 
Bon profit!